Artículo
de Opinión, por Mario Vargas Llosa
“Más información, menos
conocimiento”
Publicado
el 31 de Julio de 2011
Nicholas
Carr estudió Literatura en Dartmouth College y en la Universidad de Harvard y
todo indica que fue en su juventud un voraz lector de buenos libros. Luego,
como le ocurrió a toda su generación, descubrió el ordenador, el Internet, los
prodigios de la gran revolución informática de nuestro tiempo, y no sólo dedicó
buena parte de su vida a valerse de todos los servicios online y a navegar mañana y tarde por la Red;
además, se hizo un profesional y un experto en las nuevas tecnologías de la
comunicación sobre las que ha escrito extensamente en prestigiosas
publicaciones de Estados Unidos e Inglaterra.
Un buen día descubrió que había dejado de ser un buen lector, y, casi casi, un lector. Su
concentración se disipaba luego de una o dos páginas de un libro, y, sobre todo
si aquello que leía era complejo y demandaba mucha atención y reflexión, surgía
en su mente algo así como un recóndito rechazo a continuar con aquel empeño
intelectual. Así lo cuenta: "Pierdo el sosiego y el hilo, empiezo a pensar
qué otra cosa hacer. Me siento como si estuviese siempre arrastrando mi cerebro
descentrado de vuelta al texto. La lectura profunda que solía venir
naturalmente se ha convertido en un esfuerzo".
“Los
alumnos han perdido el hábito de leer para contentarse con un mariposeo
cognitivo”
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SÍNTESIS DE ARTÍCULO
El presente artículo se inicia
evocando a Nicholas Carr, Literato de la Dartmouth College de la Universidad de
Harvard, quien descubrió que había dejado de ser un “buen lector”, y, casi casi, un lector, pues
su concentración se disipaba cuando empezaba a leer un libro, más aun si era
complejo y demandaba mucha atención y reflexión, experimentaba que en su mente
nacía un rechazo a continuar con el empeño intelectual de la lectura. Es así que
tomó la decisión radical, de abandonar junto a su familia, las instalaciones de
Boston y vivir en una cabaña de las montañas de Colorado, donde no había
telefonía móvil e Internet. Luego de dos años, escribió el libro The Shallows: What the Internet is
Doing to Our Brains, en español, Superficiales: “¿Qué está haciendo Internet con nuestras
mentes?”.
Vargas
Llosa quedó admirado con el libro de Carr, donde este último reconocía la
extraordinaria aportación de las megaempresas informáticas como Google,
Twitter, Facebook o Skype, las cuales ofrecen servicios de información y
comunicación, ahorrando tiempo y facilitando a una inmensa cantidad de seres
humanos el acceso a las mismas.
El Premio
Nobel indica: ¿quién podría negar que la informática es un avance casi
milagroso que, haciendo un pequeño clic con el ratón, un internauta recabe una
información que hace pocos años le exigía semanas o meses de consultas en
bibliotecas y a especialistas? Por otro lado, cuestiona: ¿Para qué mantener
fresca y activa la memoria si toda ella está almacenada en algo que un
programador de sistemas ha llamado "la mejor y más grande biblioteca del
mundo"?.
Más
adelante señala que los alumnos están acostumbrados a “picotear” información en
sus computadoras, sin tener necesidad de hacer prolongados esfuerzos de
concentración, lo que ha permitido perder el hábito de hacerlo, y han sido
condicionados para contentarse con ese resplandor cognitivo a que los
acostumbra la Red.
Finalmente
Varas Llosa cita a Van Nimwegen, quien dedujo luego de algunos experimentos:
que confiar a los ordenadores la solución de todos los problemas cognitivos
reduce "la capacidad de nuestros cerebros para construir estructuras
estables de conocimientos". Lo que le impulsa a llegar a la siguiente conclusión
al literato: “…la robotización de una humanidad organizada en función de la
"inteligencia artificial" es imparable”.
CUESTIONARIO
1.
¿Es cierto que existe una distorsión en la capacidad de análisis del lector que
está atado a la información reverberante del internet?
Es cierto, el acceso
a la información es hoy mucho más fácil y rápido que hace unos pocos años,
pero todo apunta a que estamos sufriendo una sobredosis informativa que
hace que disminuya nuestra atención, nuestra capacidad de análisis y, en
definitiva, nuestra capacidad cognitiva.
Se produce así, en
contra de la intención original de Internet una desinformación
importante, y lo que parecía ventaja se torna inconveniente.
2.
De ser positiva su respuesta, ¿cómo se produce ésta?
Sucede cuando por
ejemplo, buscamos alguna información y rápidamente acudimos a Google, que nos
ofrece un sinfín de posibilidades entre las que tenemos que elegir.
Antes, cuando en los
domingos nos levantábamos sin prisa, bajábamos a comprar los periódicos, tomar un
buen desayuno, y se disfrutaba de una larga mañana sentada leyendo las noticias
y los reportajes dominicales. Es claro, que esta imagen está rodeada de un halo
de tranquilidad que hoy en día ha desaparecido.
Hoy nos levantamos,
encendemos el ordenador y nos empiezan a llegar todas las notificaciones
de Facebook, Twitter, los correos electrónicos pendientes y en los
Smartphone’s no deja de sonar el “Whatsapp”. Sí, las noticias de
actualidad te llegan de todas partes, pero la interrogante es: ¿Estamos bien
informados?
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